Hoy me despido de la responsabilidad de síndica con la que he cumplido durante los últimos once años de mi trayectoria profesional. Después de dos mandatos como síndica de greuges defendiendo los derechos fundamentales y las libertades públicas de la ciudadanía barcelonesa, es el momento de dar paso a una nueva persona, tal como establece el reglamento de la Sindicatura.

Es difícil decir adiós cuando tu trabajo es tu pasión y tu motor de vida. Ayudar a las personas que, de una manera u otra, forman parte del día a día de nuestra ciudad es una de las sensaciones más gratificantes que he vivido nunca. He sido una afortunada por poder presenciar la evolución de la ciudad desde una posición que me ha permitido participar de manera directa. Sin ningún tipo de duda, para mí esta etapa ha supuesto un sueño hecho realidad.

Cuando accedí en mayo de 2010 a este cargo, me encontré ante un reto muy ilusionante y que a su vez exigía una gran responsabilidad. De aquellas que pueden llegar a impresionar y generar dudas sobre la capacidad de una misma para llevarla a cabo. Soy una mujer, como otras muchas, que he trabajado toda la vida. Esta realidad me ha forjado un criterio, un punto de vista, un sentido que se corresponde probablemente con el de los vecinos y las vecinas de Barcelona. Este criterio ha madurado con el aprecio a las personas, la vida y la ciudad donde vivo, siempre con un compromiso de mejorar este mundo en las pequeñas cosas que han estado a mi alcance. Ser la defensora de la ciudadanía barcelonesa no podía ser una tarea fácil, pero mi convencimiento de hacerlo bien y hacer crecer la institución era superior a las posibles dudas y temores relacionados con la presión. No soy yo quien tengo que poner nota a mis dos mandatos, pero sí que puedo afirmar que he centrado todos mis esfuerzos a procurar mejorar la Administración mediante nuestras intervenciones.

Siempre he querido estar presente en las calles de los barrios barceloneses, de la mano de su vecindario y sus entidades. Primero en la lucha contra el cáncer, después en las entidades del Tercer Sector, y estos últimos años en la Sindicatura de Greuges de Barcelona. Por eso he considerado que la tarea de una síndica es la inmersión en los problemas que surgen a la ciudadanía, con el objetivo de aportar soluciones a todas las personas y entidades con quienes hemos tratado los agravios y buscado las formas en que la Administración puede arreglarlos. Haberme encerrado en un despacho a esperar quejas, o no dedicar toda mi atención y trabajo y tiempo, hubiera sido fallar al compromiso alcanzado con las entidades que me propusieron, con la confianza que también representaba la elección unánime por parte del consistorio.

Cuando aceptas la responsabilidad de ser síndica de Barcelona sabes qué papel te toca jugar: el de la supervisión de la actividad municipal y de la buena administración, teniendo en cuenta las leyes, la ética y la equidad, y a su vez una gran estima a la ciudad. Esta situación puede generar una sensación negativa de fiscalización del trabajo, tanto en altos cargos como en los técnicos del Ayuntamiento con quien he tratado día tras día. Sin embargo, creo que todo el mundo ha tenido claro que el único objetivo de nuestra institución es el de mejorar los servicios municipales y que la ciudadanía pueda disfrutar de sus derechos con una mejor administración.

Para mí han sido once años al frente de la Sindicatura de Greuges de Barcelona, con tres gobiernos diferentes. Siempre, y quiero remarcar este siempre, hemos demostrado que somos una institución independiente y objetiva que atiende a toda persona, colectivo o entidad jurídica que se sienta agraviada por el Ayuntamiento. Nunca me he fijado en el color del grupo político municipal que ha estado al frente del consistorio, puesto que lo único importante para mí ha sido la lucha por la defensa de los derechos fundamentales de la ciudadanía.

Estoy muy satisfecha porque la Sindicatura de Greuges de Barcelona avanza y se consolida desde su creación en 2005. Hemos podido ejecutar nuestra tarea gracias al trabajo serio y comprometido de un equipo de profesionales del cual me enorgullezco, tanto de haber aprendido, y mucho, de su profesionalidad, como del placer de haberlo liderado. La dirección de la Sindicatura ahora estará en manos de David Bondia, a quien le deseo todos los éxitos, porque su suerte será la de toda la ciudad. David ya sabe, como así ya le he transmitido, que estoy y estaré a su disposición para lo que haga falta, igual que yo he contado siempre que lo he necesitado con Pilar Malla, la primera síndica de la ciudad.

Ciudadanía; toda persona residente, recién llegada o pasajera; entidades vecinales y sectoriales; regidoras; trabajadoras municipales; sindicaturas otras localidades; periodistas; compañeras, gracias. Muchas gracias. Solo puedo agradeceros que hayamos sido compañeras de viaje durante más de una década. Por la profesionalidad con la que hemos tratado todos los asuntos; por el respeto que siempre ha imperado en nuestras discusiones o desavenencias, y en definitiva, por remar todas en la misma dirección: hacer de Barcelona una ciudad más justa y equitativa, respetuosa con los derechos y libertades de la ciudadanía. También quiero agradecer muy especialmente a mi familia por todo el apoyo que me ha dado durante todo este tiempo. Porque sin su apoyo incondicional esto no habría estado posible.

Quienes me conocéis ya sabéis que no soy persona de estar quieta durante mucho tiempo. Igual que he hecho hasta ahora, como mujer y como barcelonesa, seguiré implicada en la lucha social, contribuyendo a construir una sociedad más justa y sin discriminaciones.

¡Nos vemos en las calles de nuestra querida ciudad!

Maria Assumpció Vilà i Planas, síndica de greuges de Barcelona (2010-2021).