La defensoría recomienda que se elimine la señalización de «prohibido jugar a pelota» de las plazas porque puede llegar a suponer una afectación al derecho al juego, derecho humano específico de niños y adolescentes, y condicionar su desarrollo y bienestar. Al mismo tiempo, pide que se fomente la corresponsabilidad ciudadana sobre los usos que se hace de los espacios públicos.

Las plazas y calles de la ciudad son el espacio colectivo que pertenece a toda la ciudadanía, donde transcurre la vida cotidiana y donde, en gran medida, se desarrollan las relaciones sociales, comerciales y de ocio. Las autoridades municipales, como responsables del diseño y la organización de la ciudad, deben poder garantizar la calidad del espacio público, de manera que se facilite el equilibrio, la armonía y la cohesión social.

Las dinámicas de uso del espacio público implican que la Administración debe invertir sus esfuerzos en hacer compatible el derecho al descanso con la realización de actividades y juegos en el espacio público, a fin de conseguir una ponderación adecuada del derecho al descanso y del derecho al ocio de la ciudadanía.

En concreto, en su resolución, entre otras consideraciones, la Sindicatura de Greuges de Barcelona subraya la necesidad de buscar el equilibrio justo entre el derecho al juego de niños y adolescentes y el derecho al descanso del vecindario. Esta institución entiende que este equilibrio no se ha logrado ni se conseguirá con la instalación o mantenimiento de carteles que prohíban jugar a pelota en las plazas.

Si bien la queja afecta, en concreto, a las actividades que se desarrollan en la plaza del Consell de la Vila, del Distrito de Sarrià – Sant Gervasi, la Sindicatura sugiere que sus recomendaciones deberían hacerse extensivas a todo el ámbito de la ciudad.

Principalmente, el pronunciamiento de la Sindicatura de Greuges de Barcelona se focaliza en dos aspectos. Por un lado, recomienda que, como establece el Plan del juego en el espacio público 2020-2030, que pretende pasar de una ciudad con áreas de juego a una ciudad jugable, se implemente el mismo tratamiento en todas las plazas y se eliminen los carteles de “prohibido jugar a pelota”.

Y, por otra parte, que es primordial que se disponga también de personal especializado para la gestión del juego o agentes cívicos que puedan concienciar, en relación a los ruidos, a las personas usuarias de las plazas, para introducir metodologías pedagógicas que les ayuden a corresponsabilizarse sobre los usos, dando a conocer los derechos y deberes de la ciudadanía en espacios públicos donde confluyen determinadas dinámicas.